jueves, 14 de febrero de 2013

Peter Pan y sus mujeres





Peter Pan. ¿Quién no ha oído hablar del Niño que nunca creció? Ese jovencito rubio (pelirrojo para Disney) y ojos claros. Ese niño valiente, inquieto, chulo, encantador, a veces pedante e incluso olvidadizo que podía volar y que se quedó en los trece. Ese del cual se han escrito varios libros, pero que también aparece en películas, cómics, canciones y que hasta tiene un síndrome para él solito…

 

Hace unos días, navegando por Internet, di con la sinopsis de un libro que enseguida me llamó la atención y que tenía que ver con él. Pero esta vez la protagonista era Tigrilla, la joven princesa y guerrera india. Un libro titulado Tiger Lily (así de simple, el nombre de Tigrilla en inglés. ¿Para qué más?) en el que se narraba su verdadera historia, donde nos íbamos a encontrar a una chica dura, solitaria, que se adornaba el pelo con plumas de cuervo, y a la que no le importaba mancharse las manos y la cara con la sangre de los animalillos que cazaba para poder comer. Una joven que al principio se niega a enamorarse de Peter hasta que cae irremediablemente. Todo eso me fascinó, y más cuando descubrí que la que nos iba a contar todos esos secretos, la que nos iba a guiar por el Nunca Jamás de la guerrera india no era otra que Campanilla. Y la verdad es que la experiencia me ha encantado.

Ya había leído el Peter Pan de Barrie y la segunda parte oficial hace unos años, y siempre había tenido ambos libros entre mis preferidos, pero sin duda este es el típico libro con el que me quedo en plan: ¿por qué sjahg$jah no lo habré escrito yo? El personaje de Tigrilla sin duda se lleva la palma. La autora parece conocerla de verdad, y nos cuenta sus anécdotas y nos describe sus sentimientos de una manera que casi da miedo por la exactitud y la naturalidad. Pero es que no puedo obviar a los demás personajes. Ese Peter Pan prohibidamente deseable que la trae por el camino de la amargura, esos niños perdidos que están más perdidos que nunca, esos oscuros, sucios y gastados piratas liderados por el más oscuro, sucio y gastado de todos ellos: el Capitán Garfio. Sin olvidarme de las mortíferas y exóticas sirenas y, por supuesto, de los indios, aquellos que viven en el mismo poblado que Tigrilla aunque la mayoría no la conoce… En realidad podría explayarme y escribir un tratado sobre el libro, pero lo mejor será recomendarlo y escribir sobre lo que realmente iba a escribir. Sobre las chicas/mujeres de Peter y su relación con ellas. Y la verdad es que son unas cuantas, y eso que el chaval solo tenía trece años y los dientes de leche… Tigrilla, Wendy, Campanilla, las sirenas…

Si tuviera que hacer un ranking de preferencia la primera para mí sería Tigrilla, por supuesto. Por encima de Campanilla y sobre todo de Wendy. No sabría explicar por qué exactamente, supongo que debe ser cosa de todas esas películas de indios que me tragué con mi padre cuando era pequeña y al final les termina una cogiendo cierto aprecio, lo cierto es que siempre he preferido a Tigrilla de entre todas las “pretendientas” de Peter. Me parecía la más real, la más auténtica. No era perfecta como Wendy ni un ser fantástico y mágico como Campanilla o las sirenas. Tigrilla, tal y como la describe Jodi Lynn Anderson en su libro, es una chica que suda, llora, tiene pesadillas. Es princesa pero también guerrera. Y eso ya queda claro desde su primera aparición en el original de Barrie:

«En retaguardia, el puesto de mayor peligro, va Tigridia, orgullosamente erguida, princesa por derecho propio. Es la más hermosa de las Dianas morenas y la beldad de los piccaninnis, coqueta, fría y enamoradiza por turnos: no hay un solo valiente que no quisiera a la caprichosa por mujer, pero ella mantiene a raya el altar con un hacha».

Tigrilla es una mujer de armas tomar, no le gusta andarse por las ramas y quiere algo de Peter que parece que él no puede darle, porque para él todas las mujeres tienen que ser madres. (¿Qué otra cosa podrían ser si no?) Pues Tigrilla quiere ser algo más desde que él la salva de morir ahogada por culpa de los Piratas en la Laguna de las Sirenas. Porque Peter la salva de la muerte más terrible para alguien como ella, cuyas creencias negaban que los cazadores pudieran encontrar el paraíso por vía del agua. Y aún sabiendo esto, allí estaba ella, tan impasible como solo podía esperarse de la hija del jefe de la tribu.

A partir de ahí se volverían aliados y ella buscaría algo en Peter que éste jamás le llegaría a dar. O por lo menos no en el libro de Barrie. Un buen guión alternativo es el contado por Jodi Lynn, en el que entre ambos surge algo que la edad y el mundo en el que viven apenas les deja explicar. Aunque luego algo tan bonito se trastoque por la llegada de cierta muchachita inglesa…

Wendy Moira Angela Darling  siempre me pareció una sosilla repipi. De hecho, por un comentario como ese estoy escribiendo esto ahora mismo. A ver, no es que tenga nada personal contra ella (eso ya lo tenían sus padres, que decidieron ponerle semejante nombre), pero desde que era pequeña y la veía en la película de Disney había algo en ella que no me terminaba de gustar. Quizás, como ya comenté antes, la veía demasiado perfecta, demasiado adulta… porque si Peter era el Niño que nunca creció ella era todo lo contrario. Era la niña que se convertía en mujer, la madre de todos esos niños perdidos, la que contaba cuentos, la que les limpiaba las mejillas con su propia saliva y la que trataba a Peter como si fueran marido y mujer. También era la que aguaba la fiesta, la seria y responsable, la que se quejaba ay Peter esto y ay Peter lo otro. La que se mantenía al margen de la lucha pero que estaba ahí para alabar a los niños (porque cargarse a unos sanguinarios piratas cuando apenas te despegas unos palmos del suelo tiene su mérito, oye). Pero no puedo cebarme con ella porque no sería justo, porque ella no tiene culpa de ser como es, de comportarse como se comporta. El personaje de Wendy viene marcado por una época. Wendy representa a la damita perfecta de los tiempos de Barrie. Toda niña debía someterse a un proceso de conversión a mujer como el de ella. Volverse una dama educada, cariñosa, sensible, que estuviese dispuesta a formar una familia y a respetar a su marido por encima de todo. Por eso pienso que Wendy nunca encajó realmente y nunca encajaría con Peter, porque ella solo podría ofrecerle cuentos y un dedal. Wendy estaba destinada a crecer y convertirse en madre, estaba destinada a olvidarse de volar porque de otro modo solo hubiera sido una mujer-madre de Peter, que es lo que viene a significar el Síndrome de Wendy.

Y hablando de volar…. Campanilla. Siempre he oído que Campanilla, en contra punto a lo que significaba Wendy, era la provocación, la parte sexual de Peter (cosa que queda clara en cada una de sus representaciones, desde la rubia de Disney a la morena de Loisel). Un hada que, según Barrie, tenía tendencia a engordar, una voz como un tintineo de campanas, y que era tan insolente como Peter o incluso más (solía tener la palabra “cretino” en la boca muy a menudo). Aunque en realidad no era mala, o por lo menos no siempre porque a veces sí que era toda maldad (al ser tan pequeña solo tenía cabida para un sentimiento a la vez). Pero a pesar de que casi todo el tiempo estaba roja de rabia y haciendo trastadas a mí me gustaba la caprichosa Campanilla, por cómo era y porque las hadas son mi debilidad, y ella era sin duda un hada muy especial. Un hada que gracias a la película de Hook y a que Julia Roberts conseguía aumentar de tamaño, al fin Campanilla cumplía su sueño de besar a Peter Pan. Su Peter. Aquel que se terminaba olvidando de ella, y que incluso insinuaba que lo más probable es que hubiera muerto porque las hadas no duran mucho tiempo. Aquel por el que incluso era capaz de matar. Con Wendy, por ejemplo, saca toda la mala leche porque se pone celosísima y decide que lo mejor es cortar por lo sano. En la película de Disney, Campanilla incita a los niños y ellos le lanzan piedrillas, pero en el libro le clavan una flecha de verdad que, si no llega a ser por una cadena que lleva Wendy, le hubiera atravesado el pecho. Y es que Campanilla no puede soportar que ninguna otra mujer se acerque a su Peter, ya sea Wendy, Tigrilla o las sirenas. Podría decirse que Campanilla era unos celos con alas.

Otras que tampoco podían aguantar a Wendy eran las ya mencionadas sirenas. Esas mujeres con colas de pez larguísimas no dudaban en hacerle el vacío, tratarla como si no existiera, y si Wendy era lo suficientemente tenaz para seguir insistiendo y lanzarse al agua en su búsqueda, pues ellas simplemente se zambullían salpicándole con las colas larguísimas y  toda la intención. Aunque en su favor he de decir que no era la única que se llevaba ese trato por parte de las sirenas, porque el único privilegiado que podía pasar horas charlando con ellas, jugando o sentándose en sus colas larguísimas cuando ellas se ponían descaradas no era otro que Peter Pan. Porque Peter Pan era como el gallo del corral y las sirenas sus gallinitas (solo que ellas no cacareaban, si no que soltaban unos extraños gritos lastimeros a la luna). Cuando era pequeña nunca entendía bien la manera en la que se comportaban las sirenas de Disney cuando Peter estaba cerca, esa tontería y esa coquetería que parecía poseerlas, hasta que crecí y me tocó conocer al típico gallito de corral que se hacía rodear de las gallinitas que lo adulaban, que le reían todas las gracias (aunque no lo fueran), que siempre parecían dispuestas para él, y que se peleaban entre ellas si era necesario. Y entonces comprendí a las criaturas de la Laguna de las Sirenas de Nunca Jamás.

Después de ir analizando a las mujeres que rodearon a Peter y su relación con cada una de ellas, he llegado a la conclusión de que si tuviera que elegir a una, si tuviera que quedarme con una que encajara realmente con él sería Tigrilla. Y me explico: Wendy no está hecha para Nunca Jamás, sino para Londres, y Peter todo lo contrario. Con ella todo sería perfecto, pero nada emocionante. Sería como lo que todo el mundo estaría esperando de ellos, y ya está, nada mágico como podría ser si se quedara con la princesa india. Con ella sería auténtico, una aventura, imperfecto, real. Se hablarían de tú a tú, irían juntos a destripar piratas, desenterrarían mil tesoros, y se besarían de verdad, hasta quedarse sin aliento. No hablarían mucho, como por ejemplo lo haría con Wendy que a veces hablaba hasta por los codos, pero no haría falta porque se entenderían con los ojos, con los gestos. Sería algo tan maravilloso como el País de Nunca Jamás y tan natural como vivir en él.

Por supuesto, no podría apostar por Campanilla o las sirenas porque, por mucha pena que me den (sobre todo el hadita), sé que para Peter solo son un juego más de los muchos que le ofrece la isla.

Y ahora solo queda preguntarte… ¿y tú? ¿Si tuvieras que ejercer de casamentera, con quién lo emparejarías tú? ¿Quién es la verdadera chica de Peter Pan?


Shaila Melmed

2 comentarios:

  1. Sin duda alguna pienso como tú. Me ha encantado el relato y buscaré la historia de Tigrilla para leerla......

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    1. A ver si Shaila, mi prima, se anima a seguir escribiendo y la fichamos!!! besitos

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